Ma, estoy cansada, quiero apagarme para descansar.
Bajo la mirada y suelto un largo suspiro. La brisa helada del invierno acaricia mis mejillas, y el frío de sus manos, cuando las tomo entre las mías, se siente gélido.
La observo en silencio, conteniendo las palabras. Lo que tengo que decir lo dibujo en mi mente con los colores de la acuarela.
La muerte no es una pausa; es una condición permanente para los que permanecemos aquí con tu ausencia. Aun así, si es lo que necesitas para entender que es la salida a tu oscuridad, puedo decirte que no tengas miedo de estar allí. Aprende, siente lo que quiere de ti y tú de ella, para que ambas puedan ver el significado de la luz en tu interior.
Descansa tu cabeza sobre mi hombro y permanecemos unos minutos en silencio…
¿Crees que soy de este mundo, de esta época?.
Porque a veces siento que no pertenezco a él, que todo lo que me rodea me causa daño; me siento incomprendida, como si mi piel tan sensible no soportara la insensibilidad de otros, y preferiría desaparecer, morir y poder renacer en otro lugar, como un arcoíris que aparece después de la tormenta.
¿Por qué tengo que sufrir mientras vivo?. Quiero estar sola o vivir en un mundo en donde no haya dolor, donde solo sea una consciencia vagando por la galaxia.
Vuelvo a suspirar, tomo aire para poder decirle, como el viento de esa mañana helada que estremeció mi cuerpo y mis pensamientos con sus palabras: «el sentir que no perteneces a algún lugar no es malo, porque es una señal de que estás buscando tu lugar, aunque el camino sea espinoso.«
Le abrazo con una lágrima que corre por mi rostro. Con valentía le digo que, aunque quieras irte, aquí estaremos recordándote en imágenes en nuestros pensamientos y sintiendo en nuestro corazón tus palabras, tu dulzura, tu gran amor por los demás de forma idealizada y, lo más importante, tu nombre en cada rincón de los espacios que dejaste huellas.
Levanta su rostro y siento su mirada sobre la mía
Diciéndome, no se si lo que espero son respuestas concretas y rápidas sobre si estaré bien algún día. Ya no se que siento, ya no se que quién soy…
Con una gran sonrisa, pronuncia: “Gracias, Ma, por existir y estar a mi lado.»
El día se torna nublado ante nuestros ojos, y, aun así, es la mañana más bella que he visto en un día de invierno. Las nubes revolotean con el sol, dándonos los colores de vida más hermosos en el cielo para vibrar por dentro.
Nota del Autor
Categoría: Relatos Cortos. Historia de Real. Inspirada en el suicidio y en la enfermedad mental.
Temas:
Autolesión/Suicidio/Depresión/Esperanza/Trastorno emocional/Culpa