Enamorada estoy de ti,
por tu suave brisa invernal,
que transforma el cielo en un lienzo de nubes húmedas.
Tu velocidad envolvente despierta mis sentidos,
eres el anhelo que calma la intensidad de mi existencia.
Traes contigo lluvias que apaciguan mi irritabilidad,
y equilibras mi viento seco y cálido,
arrasado por el calor del desierto.
Eres el balance perfecto que busco.
Provengo, querido Norte,
del solsticio de verano,
y en ocasiones arrastro tormentas al final de la estación.
No me acerco a ti como una amenaza,
sino con el deseo de fusionarme con tu frescura.
El camino hacia ti es arduo,
pero emocionante,
lleno de sorpresas y desafíos.
No me importa, querido Norte,
atravieso la frontera que nos separa,
demostrando que juntas podemos gobernar.
Podemos ser opresivos y sofocantes,
pero también frescos y calmantes.
Somos invisibles,
sin control de nadie,
libres para vagar, jugar, permanecer en calma,
sin ser capturadas ni domesticadas.
Aunque no siempre nos ven,
estamos presentes en todo lo que nos rodea,
en lo que los humanos perciben con sus sentidos.
Nos reflejamos en las olas del mar,
en las ramas de los árboles,
en el polvo de los caminos,
y en la respiración de los seres vivos en calma.
Somos el motor invisible del mundo,
y en nuestra invisibilidad,
nos amamos y equilibramos.
Comentario del Autor
Categoría: Poesía. Inspirada en las estaciones del tiempo. Representando a la unidad de territorios separados por sus creencias.
Temas
Conciliación/Mediación/Armonía/Respeto/Tolerancia
